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domingo, 27 de marzo de 2011

Tirar del Hilo: Hay una gran tarea destructiva por hacer.

La fuerza de la información que te llega sin buscarla.



Ayer me llegó, ese mensaje en ese muro que no separa, sino informa
.
Tiré del hilo y llegué al mensaje, lo entendí e hice mio, la creación no entiende de criterios, sale, brota, emerge, es.





Hay una gran tarea destructiva por hacer.




Ser rea­lis­tas, pe­dir lo im­po­si­ble.









Así na­ció Da­dá, de una ne­ce­si­dad de in­de­pen­den­cia, de des­con­fian­za ha­cia la co­mu­ni­dad. Los que es­tán con no­so­tros con­ser­van su li­ber­tad. No re­co­no­ce­mos nin­gu­na teo­ría. Bas­ta de aca­de­mias cu­bis­tas y fu­tu­ris­tas, la­bo­ra­to­rios de ideas for­ma­les. ¿Sir­ve el ar­te pa­ra amon­to­nar di­ne­ro y aca­ri­ciar a los gen­ti­les bur­gue­ses?










“To­do hom­bre de­be gri­tar. Hay una gran ta­rea des­truc­ti­va, ne­ga­ti­va por ha­cer. Ba­rrer, asear. La ple­ni­tud del in­di­vi­duo se afir­ma a con­ti­nua­ción de un es­ta­do de lo­cu­ra, de lo­cu­ra agre­si­va y com­ple­ta del mun­do con­fia­do a las ma­nos de los ban­di­dos que se des­ga­rran y des­tru­yen los si­glos. Sin fin ni de­sig­nio, sin or­ga­ni­za­ción. La lo­cu­ra in­do­ma­ble, la des­com­po­si­ción. Los fuer­tes so­bre­vi­vi­rán gra­cias a su voz vi­go­ro­sa, pues son vi­vos en su de­fen­sa












“La abo­li­ción de la ló­gi­ca, la dan­za de los im­po­ten­tes de la crea­ción es Da­dá; la abo­li­ción de to­da je­rar­quía y de to­da ecua­ción so­cial de va­lo­res es­ta­ble­ci­da en­tre los sier­vos que se ha­llan en­tre no­so­tros los sier­vos es Da­dá; to­do ob­je­to, to­dos los ob­je­tos, los sen­ti­mien­tos y las os­cu­ri­da­des, las apa­ri­cio­nes y el cho­que pre­ci­so de las lí­neas pa­ra­le­las son me­dio de lu­cha Da­dá; abo­li­ción de la me­mo­ria: Da­dá, abo­li­ción de la ar­queo­lo­gía: Da­dá; abo­li­ción de los pro­fe­tas: Da­dá; abo­li­ción del fu­tu­ro: Da­dá; con­fian­za in­dis­cu­ti­ble en to­do dios pro­duc­to in­me­dia­to de la es­pon­ta­nei­dad: Da­dá; sal­to ele­gan­te y sin pre­jui­cios de una ar­mo­nía a otra es­fe­ra; tra­yec­to­ria de una pa­la­bra lan­za­da co­mo un dis­co, gri­to so­no­ro; res­pe­to de to­das las in­di­vi­dua­li­da­des en la más mo­men­tá­nea lo­cu­ra de ca­da uno de sus sen­ti­mien­tos; se­rios o te­me­ro­sos, tí­mi­dos o ar­dien­tes, vi­go­ro­sos, de­ci­di­dos, en­tu­sias­tas; des­po­jar la pro­pia igle­sia de to­do ac­ce­so­rio inú­til y pe­sa­do; es­cu­pir co­mo una cas­ca­da lu­mi­no­sa el pen­sa­mien­to des­cor­tés o amo­ro­so, o bien com­pla­cién­do­se en ello, mi­mar­lo con la mis­ma in­ten­si­dad, lo que es lo mis­mo, en un ma­to­rral pu­ro de in­sec­tos pa­ra una no­ble san­gre, do­ra­do por los cuer­pos de los ar­cán­ge­les y por su al­ma. Li­ber­tad: DA­DÁ, DA­DÁ, DA­DÁ, au­lli­do de co­lo­res en­cres­pa­dos, en­cuen­tro de to­dos los con­tra­rios y de to­das las con­tra­dic­cio­nes, de to­do mo­ti­vo gro­tes­co, de to­da in­co­he­ren­cia: LA VI­DA”









(frag­men­tos del Ma­ni­fies­to Da­dá de 1918 es­cri­to por Tris­tán Tza­ra)









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